El 75% del aluminio fabricado desde hace más de cien años se encuentra todavía en uso gracias al reciclado, ya que el aluminio puede ser reutilizado infinitas veces sin perder sus propiedades.
El aluminio llega a la planta de reciclado y es separado de otro metales y elementos contaminantes. Una vez eliminadas todas las impurezas es prensado, embalado y enviado a las fundiciones. Posteriormente se traslada a plantas especializadas para su vuelta a la cadena de fabricación. Allí, el fundidor o refinador lo convierte en lingotes o tochos, que serán utilizados para crear productos nuevos.
El reciclado del aluminio ahorra un 95 % de la energía necesaria para su fabricación. Por ejemplo una simple lata de refresco parece poco, pero su valor es mucho mayor que el que marca su precio.
Los investigadores siguen investigando para descubrir nuevos métodos para intentar recuperar la mayor parte de aluminio que es utilizado actualmente en la industria.
En la planta de reciclado de Cambridge se ha conseguido separar el aluminio del resto de componentes en solo dos minutos, ideal para el reciclaje de tubos como los de la pasta dental o envases tipo brik. Para ello introducen una mezcla de partículas de carbón y pedazos del plástico-aluminio laminado en el microondas convencional e inyectan nitrógeno para extraer el aire. Con dos o tres minutos a 600 grados la mezcla se ha convertido en virutas de aluminio puro, el resto se ha convertido en hidrocarburos que pueden refinarse para hacer combustible.
Cada año se generan 160.000 toneladas de plástico-aluminio laminado en el Reino Unido. Si se reciclara, podrían recuperarse 16.000 toneladas de aluminio. Solo la planta de Cambridge ya es capaz de reciclar 2.000 toneladas de residuos de este tipo al año.